Luis Albóniga / Vicario General / Obispado de Mar del Plata
Con este imperativo quisiera asumir y compartir el entusiasmo ante la propuesta del Papa Francisco: “tenemos que crear una cultura del encuentro”. ¿De qué se trata? En palabras simples y directas: asumir caminos y actitudes que fomenten el respeto mutuo, la escucha, el diálogo, la integración de todos, la paz social.
¿Qué intenta superar? Las dialécticas que nos enfrentan, las diferencias que nos dividen, las actitudes que nos lastiman. En su lugar, llama a asumirlas y a dejar que se iluminen recíprocamente para unirnos complementariamente. No se trata de negar los conflictos sino de asumirlos con realismo. No es cuestión de ignorar las diferencias sino de intentar ponernos más allá de nosotros mismos, para comprender las perspectivas de los demás y encontrar lo común, lo constructivo, lo que edifica.
¿Por qué “cultura”? Cultura viene de cultivo y quien tiene un jardín, una huerta o un campo sabe bien que hacen falta muchas acciones, constancia, paciencia y trabajo arduo para que un terreno salvaje se convierta en un lugar florido o productivo. Del mismo modo sucede en las relaciones humanas: el cultivo de actitudes de encuentro se va haciendo realidad permanente, se hace cultura, arraiga en el corazón de la comunidad y del pueblo y permite que florezcan y fructifiquen el bien común, la justicia, la solidaridad, la amistad, la paz y todos los valores que anhelamos para una vida plena.
¿Dónde se construye la cultura del encuentro? En todas partes, allí donde hay personas, vínculos, relaciones. Se construye cuidando lo que compartimos por las redes. Apostando por las actitudes de encuentro en la familia, entre los más cercanos. Se cultiva en la escuela y en la facultad, en el trabajo y en los ámbitos sociales, en el deporte y en las actividades recreativas, en la Patria, asumiendo nuestra responsabilidad de ciudadanos que construyen desde lo pequeño, lo cotidiano, lo sencillo.
¿Cuál es la estrategia fundamental? La decisión tuya y mía, nuestra, de querer hacer propia la propuesta y buscar los caminos para poder realizarla. No pensar sólo lo que debería hacer el otro sino “primerear”, no ser sólo espectadores sino protagonistas. Aprovechar todas las “artes”: tender puentes, emprender caminos, fortalecer la paciencia y la tolerancia, pedir perdón cuando ofendemos, animarnos a agradecer, cuidarnos y animarnos a pensar un futuro mejor para todos. Hace falta que todos podamos trabajar porque en el trabajo libre, creativo, participativo y solidario, el ser humano expresa y acrecienta la dignidad de su vida.
Que el imperativo se vuelva decisión personal, invitación y ejemplo de vida. De vos depende, de nosotros depende: ¡encontrémonos!